sábado, 21 de marzo de 2015


LOS PINARES SILVESTRES Y ABEDULARES OROMEDITERRÁNEOS:

BOSQUES POR ENCIMA DE SU LÍMITE ALTITUDINAL (PARTE II):

             En la anterior entrada del blog comenzamos a abordar aquellas formaciones boscosas de la Sierra de Ayllón que penetran en el piso del matorral de altura (piso oromediterráneo) y nos detuvimos concretamente en los hayedos de altura (ver entrada blog de febrero de 2015: LOS HAYEDOS DE ALTURA). En esta ocasión vamos a hacer lo propio con los pinares silvestres de altura y con los escasísimos reductos de abedular-temblonera presentes en el piso oromediterráneo.

 LOS PINARES SILVESTRES OROMEDITERRÁNEOS:

A diferencia de los hayedos que no son bosques propiamente de montaña, sino más bien bosques caducifolios de clima Atlántico, los pinares silvestres de Pinus sylvestris si son bosques de montaña y de clima frío de carácter continental. Por lo tanto a esta conífera no le supone ningún esfuerzo penetrar en el piso bioclimático del matorral de altura (en nuestro clima, el piso oromediterráneo).

Es tal su resistencia al clima frío de las montañas y a la acusada continentalidad, que el pino silvestre es la conífera forestal más abundante del Planeta: cinturón de La Taiga (toda Siberia y Escandinavia), Cáucaso, Cárpatos, Alpes, Balcanes, Pirineos, Urbión-Neila-Cebollera, Sierra de Guadarrama, Montes Universales,…todos ellos lugares de clima frío de montaña y de marcada continentalidad.

El pino silvestre posee un sistema radical tan potente que le permite soportar firmemente las inclemencias meteorológicas más adversas y en cualquier tipo de terrenos por abruptos que resulten, con lo cual coloniza con facilidad aquellos terrenos más expuestos y escarpados de las cumbres montañosas.

En el Macizo de Ayllón y olvidándonos de todas las hectáreas de pinares silvestres de repoblación que cubren por doquier las laderas serranas, el pinar silvestre de manera natural tan solo cubre dos franjas paralelas en el extremo nordeste del Macizo; sin duda alguna el sector más frío y continental. Una franja sobre calizas en las parameras de la Sierra de Pela (1.548 m.) y otra franja sobre cuarcitas en la vertiente norte de la Sierra del Alto Rey (1.858 m.).

En el pasado también hubo pinares silvestres de manera natural, es decir sin ser repoblados por el hombre, tanto en los macizos del Pico del Lobo como en el de la Tejera Negra y probablemente ocuparían aquellos terrenos más escarpados y expuestos a los fuertes vientos de las laderas montañosas. Allí donde ni hayas ni robles querrían estar.

Así lo atestiguan los escasos pinos solitarios (no plantados y de demostrada longevidad) del Valle del Ermito, Peñalba de la Sierra o el Valle del Zarzas, así como algunos topónimos locales. Los pinares autóctonos desaparecieron del Macizo del Lobo y de la Tejera Negra hace ya algunos siglos fruto de los frecuentes incendios forestales provocados por el hombre para la obtención de pastos. Esta práctica secular estuvo muy extendida en las montañas peninsulares para la obtención de pastizales de altura a fin de favorecer la ganadería trashumante durante los meses de verano (algo muy similar a lo ocurrido con los pinares que antaño cubrían la vertiente norte de Gredos).

Los incendios provocados de manera periódica fueron sufridos también por los hayedos y robledales pero a diferencia del pino, el haya y el roble rebrotan de raíz (incluso después de haber sido cortado el árbol o de haberse quemado en un incendio) y sin embargo el pino no regenera de raíz.

Centrándonos ya en una de las dos únicas manifestaciones autóctonas de Pinus sylvestris presentes en la actualidad en el Macizo de Ayllón, la franja de pinar de la vertiente norte de la Sierra del Alto Rey, esta asciende sin dificultad hasta la parte culminante de los cordales montañosos de dicha sierra. Y al igual que ocurre con los hayedos de altura que explicamos en la anterior entrada del blog (febrero de 2015), en este caso podemos hablar de la existencia de pinares silvestres de altura.



                 En la cumbre del Mojón Cimero se localiza el mejor pinar de altura con numerosos ejemplares de gran porte.

 
  
            
Del mismo modo que en los hayedos, el término pinar silvestre de altura no hace alusión a ninguna subespecie de pino silvestre ni a otro bosque diferente, sino a determinadas superficies culminantes del pinar de la Sierra del Alto Rey en donde en vertientes de umbría y aproximadamente en torno a la cota 1.750-1.800 metros, las adversas condiciones meteorológicas imperantes le confieren un aspecto singular y diferenciador a estos sectores del resto de la masa forestal.

 
La combinación de fuertes rachas de viento con el peso de la nieve sobre las copas de los árboles, supone un destacado agente modelador de los pinos situados en las cotas elevadas.

                  

Recientemente mencionamos en el blog algunas de las peculiaridades tanto del relieve como microclimáticas de los pinares eurosiberianos presentes en la vertiente septentrional de la Sierra del Alto Rey (ver entrada blog de enero de 2015: LOS CURIOSOS RÍOS DE PIEDRAS).

Dentro de la masa de pinar que cubre la vertiente norte de la Sierra del Alto Rey, podremos distinguir la parte correspondiente al pinar de altura por el aspecto más achaparrado de sus copas y por permanecer las mismas frecuentemente escarchadas durante buena parte del invierno. Muchos de estos pinos son centenarios, de gruesos y retorcidos troncos, con numerosas ramas dobladas y resquebrajadas fruto del peso de la nieve y de los fuertes vientos imperantes. Todos los árboles e incluso el propio suelo se encuentran muy recubiertos de líquenes.


 
 
En los pinares de altura predominan los ejemplares achaparrados y a menudo presentan gruesas ramas dobladas por la acción del peso de la nieve.

                     


Una morfología muy peculiar es la que presentan los denominados  pinos bandera”. Son aquellos que se encuentran en las partes más venteadas, presentando todos ellos la misma inclinación en el sentido de la dirección de procedencia del viento dominante y encontrándose dicha parte del tronco prácticamente pelada.



 
La morfología que presentan los pinos bandera es inconfundible y siempre los vamos a encontrar en los lugares más expuestos.

                              


Dentro de la masa de pinar silvestre de la Sierra del Alto Rey hay un total de cuatro superficies forestales culminantes en donde dicho pinar se puede considerar como pinar de altura. En la cumbre del Mojón Cimero (1.823 m.), se localiza sin lugar a dudas el mejor rodal de pinar oromediterráneo. Sorprende el aspecto de dicha formación con esbeltos ejemplares de gran porte pese a los crudos inviernos que allí se registran, con abundantes nevadas y fuertes vientos. También podemos encontrar pinar de altura en las cumbres del Poyato-La Cerveguilla y en las inmediaciones de la cumbre del Santo Alto Rey (La Losa-cabecera del barranco de la Peña del Cuervo).

            Llama la atención el curioso pinar de la cumbre de la Loma del Reventón debido a su escasa altitud (loma con cotas que oscilan entre los 1.730 y 1.770 metros de altitud) y por su orientación Nordoeste en lugar de Norte. Dicha loma tiene forma de cuenco, recibiendo directamente el aire frío del NW; captando por lo tanto muy bien tanto la lluvia como la nieve y siendo frecuentes las nieblas de relieve. Los pinos de su cumbre son un magnífico repertorio de gruesos, achaparrados y retorcidos ejemplares, con numerosos pinos bandera moldeados por la fuerza del viento y muy recubiertos de líquenes tanto los pinos como el propio suelo del pinar; síntoma de la alta humedad existente.

 
 
Debido a la peculiar orientación que presenta la Loma del Reventón, el pinar de altura comienza a verse en una cota muy baja; en torno a los 1670 metros de altitud.

                                

LOS ABEDULARES-TEMBLONERAS DE ALTURA:

             En un clima mediterráneo como el nuestro, los abedulares, las tembloneras, las saucedas,…siempre las tenemos asociadas a cursos de agua y manantiales; es decir a formaciones de bosque de ribera. Pero en ambientes de elevada pluviosidad este tipo de formaciones no tienen porqué coincidir estrictamente con cursos de agua y podemos encontrarlas por doquier (por ejemplo los extensos bosques de abedules de Laponia y Siberia).

            Los macizos de Tejera Negra y el Pico del Lobo presentan unas condiciones de humedad ambiental lo suficientemente elevadas como para permitir la presencia de formaciones boscosas de carácter eurosiberiano, tales como sus conocidos hayedos o los escasos reductos de abedulares y tembloneras de altura.

            En aquellas laderas de umbría en donde se registran las mayores precipitaciones y entre los 1.700 y los 1.900 metros de altitud, es decir justo en el límite que separa el piso de los bosques (supramediterráneo) del piso de los matorrales de altura (oromediterráneo) hubo antaño, tanto en Tejera Negra como en el Macizo del Lobo, un cinturón de bosques de abedules que se situaba en esta franja concreta: por encima de los hayedos y robledales húmedos y por debajo de los matorrales de altura de las cumbres.

            Este cinturón de abedular de altura, supone la vegetación climax de la formación y no precisa de la presencia de arroyos ni manantiales. Es decir que las condiciones ambientales son las óptimas para la especie: los abedulares a partir de 1.700 metros de altitud dejan de ser bosques de ribera para ser un bosque de ladera.   

            Pero, ¿Que ocurrió con aquel cinturón de abedulares de altura?. De nuevo los reiterados incendios en las cumbres de las montañas provocados a fin de favorecer la proliferación del pastizal de altura y poder mantener así a la extensa cabaña ganadera trashumante, esquilmaron estos bosques de altura.

            Afortunadamente el relieve del Macizo de Tejera Negra es muy abrupto y los escarpes verticales y crestones de las cumbres han ofrecido una mayor protección del fuego tanto a los hayedos de altura como a los escasos reductos del abedular de altura que se conservan hoy en día.

            Y precisamente eso es lo que nos podemos encontrar hoy en día como testigos de los antiguos abedulares de altura: pequeños reductos de abedular aislados y fragmentados entre los escarpes del cresterío de Tejera Negra.

    
A: Reducto de álamos temblones de altura protegido por los escarpes de Tejera Negra.
B: Sector dentro de un hayedo considerado como “hayedo de altura” e igualmente protegido por el relieve circundante.
A partir de cierta cota altitudinal, los abedules, álamos y sauces ya no se pueden considerar como especies de bosque de ribera.  

                                   
           
            ¿Qué especies engloban o están presentes en estos abedulares de altura?. Junto al abedul (Betula pubescens subsp. celtiberica), en Tejera Negra destacan también especies como el serbal de cazadores (Sorbus aucuparia), el álamo temblón (Populus tremula), el sauce negro (Salix atrocinerea), el fresno de montaña (Fraxinus excelsior), el cerezo aliso (Prunus padus) o el olmo de montaña (Ulmus glabra).

            Como en la actualidad el abedular de altura ha visto reducida su extensión a la más mínima expresión y lo que vemos hoy en día no son otra cosa que pequeños reductos aislados entre sí y al abrigo de escarpes rocosos, a menudo estos reductos los compone una sola especie de las muchas que formaban parte del antiguo abedular: una temblonera por aquí, un soto de serbales por allí, un grupo de abedules por este otro lado,…


 
 
El Abedular de Tejera Negra, único fragmento de cierta entidad del original “bosque de abedules en ladera”. Pese a los incendios, las cortas y las repoblaciones, este abedular conserva su estructura original, siendo de ribera en su parte inferior y de ladera en altura en su parte superior.

                                   


            El magnífico Abedular de Tejera Negra, en el Valle del Zarzas, comienza junto al río siendo abedular de ribera y asciende por el barranco hasta convertirse en abedular de altura o de ladera. Es el único fragmento continuo de abedular de altura que se conserva hoy en día y desgraciadamente sufrió un intenso aterrazamiento para la plantación de pinos y abetos (previa quema del abedular autóctono). Aun así, este abedular supone un destacado refugio de especies de flora eurosiberiana y junto a los abedules, destaca la presencia de una tejeda, de tembloneras y de sotos de serbales y de cerezos alisos.

            En otros puntos del cordal de Tejera Negra (Las Lagunillas, Las Cárcavas, El Talayón,…) o en las fuentes del Jaramilla, podemos encontrarnos con pequeños reductos de abedular de altura, tembloneras o sotos de serbales y de saucedas.  

  
Los relieves alomados de la cumbre de El Cerrón (Macizo del Lobo) no han protegido tan eficazmente al abedular de altura de los seculares incendios provocados para la obtención de pastos. No obstante, aun sobreviven pequeños reductos del mismo en las cabeceras de los barrancos, rodeados de piornales.
 
 
           En el Macizo del Lobo hay mayores desniveles pero los cordales son menos escarpados y las largas lomas ocupadas por piornales, no han podido realizar la función de refugio para el abedular de altura. Los seculares incendios provocados para la obtención de pastos redujeron la superficie de aquellos bosques originales, a diminutos reductos de abedules, de álamos temblones, de serbales y de sauces en las cabeceras de algunos barrancos.

 En la parte superior de los barrancos que descienden de la cumbre del Cerrón, como por ejemplo el Arroyo de Agua Fría, en la cabecera del Valle de los Cantos y en el del Cervunal, en las vertientes del Rayo y El Rocín, o en la base de los circos glaciares de la Sierra Cebollera, podemos encontrar estos pequeños enclaves relícticos de abedules, de álamos, de sauces,…

 
Soto con serbal de cazadores en el Macizo del Lobo; del original abedular de altura, tan solo se conservan pequeños enclaves de carácter relíctico.

                       

           

 

martes, 17 de febrero de 2015

 
LOS HAYEDOS DE ALTURA:
 
BOSQUES POR ENCIMA DE SU LÍMITE ALTITUDINAL (PARTE I):


             Los bosques ascienden de manera natural por las laderas de las montañas hasta los 1.800 metros de altitud aproximadamente. Si bien en función de la topografía y de la orientación de cada ladera, este límite que marca la cota final de los bosques, puede ascender o descender unas decenas de metros.

El límite que marca el final de los bosques, supone igualmente el límite entre el piso supramediterráneo (el piso de los bosques de la montaña mediterránea) y el piso oromediterráneo (el piso del matorral de la media montaña mediterránea).

            Pero en determinadas ocasiones los bosques encuentran una serie de condiciones favorables que les permite traspasar de manera clara ese límite altitudinal y terminar colonizando el piso del matorral de altura.

En la Sierra de Ayllón esta circunstancia se produce en tres formaciones boscosas de carácter eurosiberiano: en los hayedos del Macizo de Tejera Negra, en los pinares silvestres de la Sierra del Alto Rey y en los abedulares-tembloneras de los macizos del Pico del Lobo y la Tejera Negra.

En estos bosques con “exceso de altura”, las condiciones climatológicas son muy adversas para la mayor parte de las especies vegetales; salvo para aquellas que se encuentran perfectamente adaptadas a soportar una cubierta nival de varios meses, fuertes vientos, frecuentes incendios fruto de la caída de rayos,…es decir para los matorrales rastreros de media y alta montaña y para las praderas de altura.

LOS HAYEDOS DE ALTURA:

            El haya, Fagus sylvatica, es una especie típicamente centroeuropea, siendo los hayedos los bosques dominantes de la gran llanura germano-polaca. Son bosques de clima Atlántico acostumbrados a abundantes precipitaciones, buenos suelos de turba y territorios muy llanos y próximos a la costa (en el Mar Báltico las hayas llegan hasta la misma línea del mar).

            Pero a medida que descendemos hacia el sur y llegamos al mundo mediterráneo, las hayas se encuentran con un importante factor limitante para su desarrollo: la sequía estival. Por ello, en la Europa mediterránea, las hayas solo pueden sobrevivir en aquellas montañas en donde se dan unas mayores precipitaciones anuales y las nieblas de relieve, de alguna manera compensan el déficit hídrico al que se ven sometidas durante los meses de sequía estival.

           Cuanto más descendemos hacia el Sur de Europa, a mayor altitud han de ascender los hayedos para tratar de compensar ese déficit de humedad hídrica. Así por ejemplo en la Cordillera Cantábrica los hayedos ascienden hasta los 1.400-1.500 metros de altitud, en la Sierra de Ayllón hasta los 1.900-2.000 metros y en el Monte Olimpo (Grecia), sur de la Península Itálica y Sicilia hasta los 2.300-2.400 metros.

           En la Sierra de Ayllón, los tres hayedos del Macizo de Tejera Negra: cabeceras de los ríos Lillas, Zarzas y Riaza, si bien son bosques del piso supramediterráneo, penetran en sus partes más elevadas dentro del piso del matorral de altura (piso oromediterráneo).




En el extenso hayedo del Lillas hay una franja longitudinal de bosque de altura fácilmente reconocible por sus copas muy achaparradas y por encontrarse las mismas frecuentemente cubiertas de escarcha o de densas nieblas adheridas al cordal montañoso.

                       

El Hayedo del Lillas es la masa más extensa y continua de toda la Sierra de Ayllón y las hayas ascienden por toda la vertiente de umbría de la cabecera del valle; desde el mismo cauce del río hasta prácticamente el cordal de cumbres. A partir de los 1.800 metros de altitud, la masa de hayas del Lillas penetra en el piso del matorral oromediterráneo, tratándose de una franja de hayedo de altura muy extensa y continua. La cota superior de este hayedo se sitúa en los 1.950 metros de altitud, sin lugar a dudas una cota altitudinal de mucho mérito para un bosque caducifolio de carácter atlántico. A partir de esta cota el hayedo entra en transición con el matorral de altura, si bien aún se pueden encontrar hayas solitarias que ascienden hasta los 2.000 metros de altitud.

Los hayedos del Valle del Zarzas y de la cabecera del Río Riaza se encuentran mucho más fragmentados e igualmente algunas de estas masas de hayedo traspasan la cota altitudinal del piso oromediterráneo. En la Loma del Calamorro, El Alto Parrejón, La Peña de la Tiñosa, la cabecera del Barranco del Gato, el Hayedo de La Pedrosa, etc. también podemos encontrarnos con hayedos de altura, pero a diferencia del Hayedo del Lillas, la superficie ocupada por el bosque de altura es bastante menor y aparece fragmentada y dispersa por las cabeceras de diferentes barrancos.




Bosque de “cuento mitológico” a más de 1.900 metros de altitud. Se trata de formaciones densas con árboles muy viejos, de escasa altura, de troncos retorcidos con abundante ramaje y muy cubiertos de líquenes.

 
 
 
 Hemos de advertir que cuando hablamos de hayedos de altura no hacemos referencia a un bosque de hayas diferente ni a otra subespecie de Fagus. Los hayedos de altura son por lo general parte integrante de masas de hayedo más extensas, en donde por efecto de la elevada altitud a la que se localizan, se producen unas condiciones meteorológicas muy adversas que determinan el crecimiento de las hayas, confiriéndole un rasgo definitorio propio a estas formaciones dentro de los propios hayedos.

Por encima de los 1.800 metros de altitud, los fuertes vientos imperantes, las copiosas nevadas, la escasez de suelos, los incendios fruto de la caída de rayos,…condicionan de tal manera el crecimiento de las hayas que nos parece que entramos en un bosque diferente; un bosque de “cuentos de hadas” o el mítico “Bosque de Fangorn” (descrito por Tolkien). Las copas de estas hayas son de aspecto achaparrado y todas ellas están inclinadas en una misma dirección, indicándonos de donde proceden los vientos dominantes.

Pero no todas las adversas condiciones climatológicas imperantes a elevada altitud juegan en su contra. Por ejemplo, pese a permanecer las copas de estas “hayas de altura” cubiertas de escarcha prácticamente durante todo el invierno, el suelo sin embargo se suele encontrar protegido por una buena capa de nieve; no olvidemos que la nieve es como una manta que aísla a las raíces de estos árboles del intenso frío que reina en las cumbres.

 Además las hayas que habitan en las alturas reciben abundantes precipitaciones durante casi todo el año, así como nieblas de relieve que las aportan humedad horizontal incluso en pleno verano. De hecho, las hayas situadas a mayor altitud suelen presentan un mejor estado fitosanitario que sus compañeras situadas en las partes más bajas del bosque, al recibir un mayor aporte de humedad estival (gracias a las nieblas).

Las hayas de estos bosques de altura son árboles viejos, muchas veces centenarios, de poca altura (de 5 a 7 metros) y de porte casi arbustivo. Sus recios troncos son gruesos y retorcidos, abundando en ellos las oquedades. Se encuentran muy cubiertos de líquenes y toda la masa forestal tiene el aspecto de un bosque muy viejo, lleno de madera muerta por el suelo y apenas inalterado por el hombre.


Hayedo prácticamente virgen “colgado” en las alturas. Pese a los duros inviernos que soporta, gracias a su aislamiento su estado de conservación es muy bueno.
                                       

Y así es en parte, ya que los hayedos de altura han sido muy poco alterados por el hombre. El relieve de Tejera Negra es muy abrupto y escarpado y sus cordales se encuentran coronados por afiladas aristas pizarrosas. Los fuertes desniveles existentes y los abruptos crestones que rodean la parte superior de los rodales de hayas, han mantenido a salvo la parte superior de estos hayedos de aquellas prácticas antrópicas seculares como el carboneo, las cortas a matarrasa, las entresacas, etc. que tan duramente han castigado y mermado a los hayedos durante siglos y siglos.


Es muy difícil hablar de bosques vírgenes ya que a buen seguro han conocido el fuego a mano del hombre para la obtención de pastos y no solo una vez, sino repetidas veces. Pero en la actualidad se puede afirmar que en los rincones más apartados de la cabecera del Río Lillas y en los abruptos escarpes del Valle del Zarzas, algunos de los hayedos de altura, no muestran signos recientes de haber sido explotados por el hombre (al menos en los últimos siglos) ya que la difícil orografía del terreno no permitía la construcción de caminos de carretas para la evacuación de la madera, la leña o el carbón vegetal.

El escarpado relieve del Valle del Zarzas ha preservado pequeños reductos de hayedos de altura muy poco alterados por la acción del hombre. En el margen izquierdo de la fotografía y ya fuera de la protección que ofrecen los escarpes rocosos, podemos ver la antítesis reflejada en los indiscriminados aterrazamientos de pinos a 1.900 metros de altitud.
                               
 
 Los hayedos localizados tanto en las montañas mediterráneas (Moncayo, Ayllón, Beceite, Córcega, Grecia, Sicilia,..) como en territorios muy continentales (Ucrania, Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria,…) son bosques adaptados a unas condiciones climatológicas aparentemente nada favorables para el haya (sequía estival en los hayedos mediterráneos y fuertes heladas en los hayedos de clima continental).

La secular explotación antrópica de estos bosques ha comprometido todavía más su supervivencia y sin embargo nos encontramos ante bosques vivos y algunos de ellos incluso atesoran una gran biodiversidad. Los hayedos de altura suponen esa peculiar aportación de los hayedos mediterráneos al universo de los bosques caducifolios y en Ayllón tenemos magníficos ejemplos de hayedos de altura que además apenas han sido modificados por el hombre.

 

lunes, 5 de enero de 2015


LOS CURIOSOS RÍOS DE PIEDRAS:

La Sierra del Alto Rey (1858 m.) es una alineación cuarcítica de dirección predominante Este-Oeste. Esto hace que tenga unas vertientes Norte y Sur muy contrastadas. La vertiente Norte es muy fría y prueba de ello es el extenso pinar silvestre autóctono que cubre todo a lo largo la vertiente septentrional de dicha sierra. El pino silvestre es una conífera de montaña adaptada a climas muy fríos y continentales tanto de la taiga como de las altas cordilleras montañosas.

Por la vertiente norte de dicha sierra descienden una serie de cortos valles cuarcíticos de montaña. Son valles estrechos y alargados de orientaciones norte o nordeste. El fondo de estos valles umbrosos se sitúa entre los 1.400 y los 1.600 metros de altitud y el ambiente en su interior es de sombra permanente, bajo la cobertura vegetal de un denso pinar eurosiberiano.

En los valles fríos de la Sierra del Alto Rey abundan las huellas periglaciares; testigos de climas pasados tales como las pedreras o canchales que recubren las laderas o como las turberas de los fondos de los valles.

Y concretamente en dos de estos valles fríos de montaña, llama la atención la presencia de una curiosa formación geológica muy poco conocida; son los denominados ríos de piedras o ríos de bloques.
 
 
Valle frío de la Dehesa de Mamprigal.


La Dehesa de Mamprigal, en el término municipal de Galve de Sorbe, es un corto valle colindante a una masa de pinar silvestre, situado a 1350 metros de altitud. Destaca su llamativo paisaje: una estrecha vaguada de verdes praderas en donde pastan plácidamente las vacas. Los suelos son muy negros debido a la gran concentración de turba y abundan en ella los prados encharcados y las turberas de donde emanan diversos manantiales de agua. El valle frío de Mamprigal posee un trazado ligeramente sinuoso ya que la vaguada realiza alguna curva. Próximo a la cabecera del valle y en una curva de umbría, sorprenderá al viajero un curioso caos de bloques o canchal de cuarcita nada usual, ya que este no se localiza en alguna empinada ladera de las inmediaciones sino que se encuentra justo en el fondo de la vaguada. El aspecto de este original caos de grandes bloques nos recordará al tramo de un río ya que incluso realiza una curva y todo. En la parte inferior del valle frío y ya entrando en el pinar silvestre, volvemos a encontrarnos con otra pedrera en el fondo de la vaguada que de nuevo nos recordará a un río de bloques.

Río de piedras superior de Mamprigal. En invierno se escucha correr el agua por debajo.
 
Pero, ¿Que son los ríos de piedras o ríos de bloques y como se originan?. Los ríos de piedras son pedreras o canchales; es decir grandes acumulaciones de bloques angulosos de roca cuarcítica. Pero a diferencia de los canchales convencionales que frecuentemente recubren las laderas de las montañas, los ríos de bloques hacen lo propio en el fondo de pequeños valles estrechos y alargados de orientaciones muy frías en ambientes de montaña en donde hubo climas de tundra.

Su origen es el mismo que el de las pedreras convencionales: bajo unas condiciones climatológicas de un frío muy intenso (clima de tundra) los procesos de hielo-deshielo actúan como un eficaz agente erosivo responsable de la modificación del paisaje. El agua de lluvia se infiltra en las pequeñas fisuras que presentan los escarpes de roca cuarcítica. El agua al congelarse aumenta su volumen formándose una cuña de hielo que fragmenta la roca. Este proceso repetido miles de veces llega a destrozar tanto la roca que termina originando las pedreras o canchales en la base de los cortados de roca. Por la propia gravedad, los bloques desprendidos terminan rodando ladera abajo.

Pero si estas pedreras se localizan en el fondo de un valle estrecho y alargado, en orientación de umbría y bajo una acción de los procesos de hielo-deshielo muy dilatados en el tiempo, se puede llegar a producir un lento transporte de toda la masa de bloques o pedrera a lo largo de dicho valle. En ese caso, estaríamos ante un río de bloques.  

Sin embargo, pese a lo que su nombre nos indica, los ríos de piedras no fueron desplazados por ningún antiguo río que discurriera por el fondo del estrecho valle, ni mucho menos por algún glaciar, sino por la propia acción de la gravedad: el agua de la lluvia penetraba entre la acumulación de bloques del fondo del valle empapando el suelo situado justo por debajo. Bajo períodos de un frío muy intenso de clima de tundra muy diferente al actual, el suelo congelado se abombaba, levantando parcialmente algunos de los bloques que componen la gran masa. Este levantamiento hacía desplazarse ligeramente los bloques en el sentido de la pendiente. La misma acción repetida miles de veces, supuso el lento flujo de los bloques por el fondo del valle originando la actual formación que se asemeja a un río de bloques.

Nos encontramos por lo tanto ante una formación geológica muy importante ya que se trata de una formación periglaciar relíctica en el sentido de que con las condiciones climatológicas actuales es imposible que se pueda llegar a originar un río de piedras.

                        
Manantial que surge del interior del río de bloques superior de Mamprigal.

El río de piedras situado en la cabecera del valle de Mamprigal, es el más grande e importante a nivel comarcal. Lamentablemente, un camino forestal totalmente artificial lo fragmenta justo antes de la curiosa curva que realiza el río de piedras. Una peculiaridad que en ocasiones poseen estas formaciones geológicas, es la de discurrir el agua por debajo de ellas. Se trata de pequeños arroyos que surcan algunos de estos lechos pedregosos y que terminan aflorando a la superficie en la parte final de los mismos. Durante los meses más lluviosos incluso se escucha con fuerza el correr del agua por debajo de los grandes bloques de cuarcita. En el río de bloques de la cabecera de Mamprigal, podremos disfrutar de este curioso efecto sonoro así como contemplar el caudaloso manantial que brota de su interior.

El río de piedras inferior de Mamprigal se encuentra muy cubierto de líquenes.
                                              
          El río de piedras de la parte inferior del valle de Mamprigal es de dimensiones más modestas. Sin embargo, resulta llamativo el color tan grisáceo que poseen los bloques de cuarcita. Esto es debido a que están completamente recubiertos por líquenes ya que las cuarcitas originalmente poseen unas tonalidades blanco-parduzcas y rosáceas.

El valle frío de la cabecera del Río Pelagallinas discurre encajado entre montañas.
                                 
La cabecera del Río Pelagallinas, término municipal de Condemios de Arriba, es un valle en umbría muy frío, encajado entre cerros cuarcíticos que superan o rozan los 1800 metros de altitud y cubierto por un denso pinar silvestre. El propio fondo del valle se sitúa a 1650 metros altitud, destacando la presencia de prados húmedos con suelos de turba.

En este ambiente de coníferas de montaña, nos encontramos con dos pequeños ríos de piedras muy próximos el uno al otro. De nuevo los bloques cuarcíticos se encuentran muy recubiertos de líquenes y una de las formaciones de bloques realiza incluso una pequeña curvatura similar a la de un río convencional.

En la cabecera del Pelagallinas hay dos modestos ríos de piedras.
 
LA SIERRA DEL TREMEDAL:

Ahora vamos a viajar unos 145 km,s en línea recta hacia el Sureste, a la Sierra del Tremadal, dentro del macizo montañoso de los Montes Universales, en los confines del Alto Tajo. Al igual que en nuestra comarca, la Sierra del Tremedal (1935 m.) es una alineación cuarcítica de dirección predominante NW-SE, de clima mediterráneo continental de montaña y cubierta por extensos pinares eurosiberianos de pino silvestre.

Uno de los grandes ríos de bloques de la sierra del Tremedal.
 
De nuevo tenemos cortos valles fríos de montaña, en situaciones de umbría y a altitudes de los fondos de valle de entre 1.500 m. a 1.700 m. Y de nuevo con destacadas huellas periglaciares de carácter relíctico: gran cantidad de turberas, canchales de bloques cuarcíticos y magníficos ríos de piedras. Entre las localidades de Orea y Orihuela del Tremedal, se suceden en la Sierra del Tremedal hasta 7 grandes ríos de bloques que están considerados los más grandes del Mundo (algunos con longitudes de hasta más de 2,5 km´s y de hasta 4 metros de espesor de la masa de bloques).

La ingente cantidad de bloques procede de los escarpes cuarcíticos colindantes.
               
Se trata de las mismas formaciones geológicas que las presentes en la Sierra del Alto Rey pero con una diferencia de tamaño considerable. El volumen de toneladas y toneladas de bloques de cuarcita que fueron acumulados y desplazados lentamente por el fondo de los valles umbrosos de la Sierra del Tremedal no tiene parangón.

Varias toneladas de roca cuarcítica fueron fracturadas y desplazadas masivamente.
 
            Los lugares más fáciles para contemplar los colosales ríos de bloques de la Sierra del Tremedal son el Arroyo del Enebral en Orea y el Arroyo de la Garganta en Orihuela del Tremedal.

Río de piedras a 1.800 metros de altitud; ya en el piso oromediterráneo.