LOS
PINARES SILVESTRES Y ABEDULARES OROMEDITERRÁNEOS:
BOSQUES
POR ENCIMA DE SU LÍMITE ALTITUDINAL (PARTE II):
A
diferencia de los hayedos que no son bosques propiamente de montaña, sino más
bien bosques caducifolios de clima Atlántico, los pinares silvestres de Pinus sylvestris si son bosques de
montaña y de clima frío de carácter continental. Por lo tanto a esta conífera
no le supone ningún esfuerzo penetrar en el piso bioclimático del matorral de
altura (en nuestro clima, el piso oromediterráneo).
Es
tal su resistencia al clima frío de las montañas y a la acusada
continentalidad, que el pino silvestre es la conífera forestal más abundante
del Planeta: cinturón de La Taiga (toda Siberia y Escandinavia), Cáucaso,
Cárpatos, Alpes, Balcanes, Pirineos, Urbión-Neila-Cebollera, Sierra de Guadarrama,
Montes Universales,…todos ellos lugares de clima frío de montaña y de marcada
continentalidad.
El
pino silvestre posee un sistema radical tan potente que le permite soportar firmemente
las inclemencias meteorológicas más adversas y en cualquier tipo de terrenos
por abruptos que resulten, con lo cual coloniza con facilidad aquellos terrenos
más expuestos y escarpados de las cumbres montañosas.
En
el Macizo de Ayllón y olvidándonos de todas las hectáreas de pinares silvestres
de repoblación que cubren por doquier las laderas serranas, el pinar silvestre
de manera natural tan solo cubre dos franjas paralelas en el extremo nordeste
del Macizo; sin duda alguna el sector más frío y continental. Una franja sobre
calizas en las parameras de la Sierra de Pela (1.548 m.) y otra franja sobre
cuarcitas en la vertiente norte de la Sierra del Alto Rey (1.858 m.).
En
el pasado también hubo pinares silvestres de manera natural, es decir sin ser
repoblados por el hombre, tanto en los macizos del Pico del Lobo como en el de
la Tejera Negra y probablemente ocuparían aquellos terrenos más escarpados y
expuestos a los fuertes vientos de las laderas montañosas. Allí donde ni hayas
ni robles querrían estar.
Así
lo atestiguan los escasos pinos solitarios (no plantados y de demostrada
longevidad) del Valle del Ermito, Peñalba de la Sierra o el Valle del Zarzas,
así como algunos topónimos locales. Los pinares autóctonos desaparecieron del
Macizo del Lobo y de la Tejera Negra hace ya algunos siglos fruto de los
frecuentes incendios forestales provocados por el hombre para la obtención de
pastos. Esta práctica secular estuvo muy extendida en las montañas peninsulares
para la obtención de pastizales de altura a fin de favorecer la ganadería
trashumante durante los meses de verano (algo muy similar a lo ocurrido con los
pinares que antaño cubrían la vertiente norte de Gredos).
Los
incendios provocados de manera periódica fueron sufridos también por los
hayedos y robledales pero a diferencia del pino, el haya y el roble rebrotan de
raíz (incluso después de haber sido cortado el árbol o de haberse quemado en un
incendio) y sin embargo el pino no regenera de raíz.
Centrándonos
ya en una de las dos únicas manifestaciones autóctonas de Pinus sylvestris presentes en la actualidad en el Macizo de Ayllón,
la franja de pinar de la vertiente norte de la Sierra del Alto Rey, esta asciende
sin dificultad hasta la parte culminante de los cordales montañosos de dicha
sierra. Y al igual que ocurre con los hayedos
de altura que explicamos en la
anterior entrada del blog (febrero de 2015), en este caso podemos hablar de la
existencia de pinares silvestres de
altura.
En la cumbre del Mojón Cimero se localiza el mejor pinar de altura con numerosos ejemplares de gran porte. |
Del
mismo modo que en los hayedos, el término pinar
silvestre de altura no hace
alusión a ninguna subespecie de pino silvestre ni a otro bosque diferente, sino
a determinadas superficies culminantes del pinar de la Sierra del Alto Rey en
donde en vertientes de umbría y aproximadamente en torno a la cota 1.750-1.800
metros, las adversas condiciones meteorológicas imperantes le confieren un
aspecto singular y diferenciador a estos sectores del resto de la masa
forestal.
La combinación de fuertes rachas de viento con el peso de la nieve sobre las copas de los árboles, supone un destacado agente modelador de los pinos situados en las cotas elevadas. |
Recientemente
mencionamos en el blog algunas de las peculiaridades tanto del relieve como microclimáticas
de los pinares eurosiberianos presentes en la vertiente septentrional de la Sierra
del Alto Rey (ver
entrada blog de enero de 2015: LOS CURIOSOS RÍOS DE PIEDRAS).
Dentro
de la masa de pinar que cubre la vertiente norte de la Sierra del Alto Rey, podremos
distinguir la parte correspondiente al pinar
de altura por el aspecto más achaparrado de sus copas y por permanecer las
mismas frecuentemente escarchadas durante buena parte del invierno. Muchos de
estos pinos son centenarios, de gruesos y retorcidos troncos, con numerosas ramas
dobladas y resquebrajadas fruto del peso de la nieve y de los fuertes vientos
imperantes. Todos los árboles e incluso el propio suelo se encuentran muy
recubiertos de líquenes.
En los pinares
de altura predominan los ejemplares achaparrados y a menudo presentan
gruesas ramas dobladas por la acción del peso de la nieve.
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Una
morfología muy peculiar es la que presentan los denominados “pinos
bandera”. Son aquellos que se encuentran en las partes más venteadas, presentando
todos ellos la misma inclinación en el sentido de la dirección de procedencia
del viento dominante y encontrándose dicha parte del tronco prácticamente
pelada.
La morfología que presentan los pinos bandera es inconfundible y siempre
los vamos a encontrar en los lugares más expuestos.
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Dentro
de la masa de pinar silvestre de la Sierra del Alto Rey hay un total de cuatro superficies
forestales culminantes en donde dicho pinar se puede considerar como pinar de altura. En la cumbre del Mojón Cimero (1.823 m.), se localiza sin
lugar a dudas el mejor rodal de pinar oromediterráneo. Sorprende el aspecto de
dicha formación con esbeltos ejemplares de gran porte pese a los crudos
inviernos que allí se registran, con abundantes nevadas y fuertes vientos. También
podemos encontrar pinar de altura en
las cumbres del Poyato-La Cerveguilla y
en las inmediaciones de la cumbre del Santo Alto Rey (La Losa-cabecera del barranco de la Peña del Cuervo).
Llama la atención el
curioso pinar de la cumbre de la Loma del
Reventón debido a su escasa altitud (loma con cotas que oscilan entre los
1.730 y 1.770 metros de altitud) y por su orientación Nordoeste en lugar de
Norte. Dicha loma tiene forma de cuenco, recibiendo directamente el aire frío
del NW; captando por lo tanto muy bien tanto la lluvia como la nieve y siendo
frecuentes las nieblas de relieve. Los pinos de su cumbre son un magnífico
repertorio de gruesos, achaparrados y retorcidos ejemplares, con numerosos pinos bandera moldeados por la fuerza
del viento y muy recubiertos de líquenes tanto los pinos como el propio suelo
del pinar; síntoma de la alta humedad existente.
Debido a la peculiar orientación que presenta
la Loma del Reventón, el pinar de altura comienza a verse en una
cota muy baja; en torno a los 1670 metros de altitud.
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LOS
ABEDULARES-TEMBLONERAS DE ALTURA:
Los macizos de Tejera Negra y el Pico del Lobo presentan
unas condiciones de humedad ambiental lo suficientemente elevadas como para permitir
la presencia de formaciones boscosas de carácter eurosiberiano, tales como sus conocidos
hayedos o los escasos reductos de abedulares
y tembloneras de altura.
En aquellas laderas de umbría en donde se registran las
mayores precipitaciones y entre los 1.700 y los 1.900 metros de altitud, es
decir justo en el límite que separa el piso de los bosques (supramediterráneo)
del piso de los matorrales de altura (oromediterráneo) hubo antaño, tanto en
Tejera Negra como en el Macizo del Lobo, un cinturón de bosques de abedules que
se situaba en esta franja concreta: por encima de los hayedos y robledales
húmedos y por debajo de los matorrales de altura de las cumbres.
Este cinturón de abedular
de altura, supone la vegetación climax de la formación y no precisa de la
presencia de arroyos ni manantiales. Es decir que las condiciones ambientales
son las óptimas para la especie: los abedulares a partir de 1.700 metros de
altitud dejan de ser bosques de ribera para ser un bosque de ladera.
Pero, ¿Que ocurrió con aquel cinturón de abedulares de
altura?. De nuevo los reiterados incendios en las cumbres de las montañas
provocados a fin de favorecer la proliferación del pastizal de altura y poder
mantener así a la extensa cabaña ganadera trashumante, esquilmaron estos
bosques de altura.
Afortunadamente el relieve del Macizo de Tejera
Negra es muy abrupto y los escarpes verticales y crestones de las cumbres han
ofrecido una mayor protección del fuego tanto a los hayedos de altura como a los escasos reductos del abedular de altura que se conservan hoy
en día.
Y precisamente eso es lo que nos podemos encontrar hoy en
día como testigos de los antiguos abedulares de altura: pequeños reductos de
abedular aislados y fragmentados entre los escarpes del cresterío de Tejera
Negra.
Como en la actualidad el abedular de altura ha visto reducida su extensión a la más mínima
expresión y lo que vemos hoy en día no son otra cosa que pequeños reductos
aislados entre sí y al abrigo de escarpes rocosos, a menudo estos reductos los
compone una sola especie de las muchas que formaban parte del antiguo abedular:
una temblonera por aquí, un soto de serbales por allí, un grupo de abedules por
este otro lado,…
El magnífico Abedular
de Tejera Negra, en el Valle del Zarzas, comienza junto al río siendo
abedular de ribera y asciende por el barranco hasta convertirse en abedular de altura o de ladera. Es el
único fragmento continuo de abedular de
altura que se conserva hoy en día y desgraciadamente sufrió un intenso
aterrazamiento para la plantación de pinos y abetos (previa quema del abedular autóctono).
Aun así, este abedular supone un destacado refugio de especies de flora
eurosiberiana y junto a los abedules, destaca la presencia de una tejeda, de tembloneras
y de sotos de serbales y de cerezos alisos.
En otros puntos del cordal de Tejera Negra (Las Lagunillas, Las Cárcavas, El Talayón,…) o en las fuentes del
Jaramilla, podemos encontrarnos con pequeños reductos de abedular de altura,
tembloneras o sotos de serbales y de saucedas.
En la parte superior de los barrancos que descienden
de la cumbre del Cerrón, como por ejemplo el Arroyo de Agua Fría, en la
cabecera del Valle de los Cantos y en el del Cervunal, en las vertientes del
Rayo y El Rocín, o en la base de los circos glaciares de la Sierra Cebollera,
podemos encontrar estos pequeños enclaves relícticos de abedules, de álamos, de
sauces,…
Soto con serbal de cazadores en el Macizo del Lobo; del original abedular de altura, tan solo se conservan pequeños enclaves de carácter relíctico. |
Otro gran artículo, con una buena hipótesis de reconstrucción de lo que debieron ser los bosques en este sector de la montaña del sistema central.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu labor de dar a conocer la riqueza natural de estas sierras que conoces tan bien, Joaquín.
Hola, acabo de encotrar tu blog y lo he añadido a los blogs que sigo en el mío: almanaque natural. Me han gustado mucho tus entradas, en particular esta de los pinos de Ayllón, perdona los deberes, pero me gustaría que le echases un ojo a un par de entrada mías. Estoy totalmente de acuerdo en lo que dices de los pinares y de los abedules/temblones. De ellos estoy intentando hacer una entrada sobre tembloneras de Gredos, pero va a tener que ser dentro de unos meses. Un saludo y enhorabuena por tu blog. Ya me gustaría acercarme algún día por tu casa.
ResponderEliminarhttp://almanaquenatural.blogspot.com.es/2013/07/el-pico-del-lobo.html
http://almanaquenatural.blogspot.com.es/2016/01/timberline-la-fragilidad-del-limite.html
http://almanaquenatural.blogspot.com.es/2016/01/timberline-la-fragilidad-del-limite.html