martes, 17 de febrero de 2015

 
LOS HAYEDOS DE ALTURA:
 
BOSQUES POR ENCIMA DE SU LÍMITE ALTITUDINAL (PARTE I):


             Los bosques ascienden de manera natural por las laderas de las montañas hasta los 1.800 metros de altitud aproximadamente. Si bien en función de la topografía y de la orientación de cada ladera, este límite que marca la cota final de los bosques, puede ascender o descender unas decenas de metros.

El límite que marca el final de los bosques, supone igualmente el límite entre el piso supramediterráneo (el piso de los bosques de la montaña mediterránea) y el piso oromediterráneo (el piso del matorral de la media montaña mediterránea).

            Pero en determinadas ocasiones los bosques encuentran una serie de condiciones favorables que les permite traspasar de manera clara ese límite altitudinal y terminar colonizando el piso del matorral de altura.

En la Sierra de Ayllón esta circunstancia se produce en tres formaciones boscosas de carácter eurosiberiano: en los hayedos del Macizo de Tejera Negra, en los pinares silvestres de la Sierra del Alto Rey y en los abedulares-tembloneras de los macizos del Pico del Lobo y la Tejera Negra.

En estos bosques con “exceso de altura”, las condiciones climatológicas son muy adversas para la mayor parte de las especies vegetales; salvo para aquellas que se encuentran perfectamente adaptadas a soportar una cubierta nival de varios meses, fuertes vientos, frecuentes incendios fruto de la caída de rayos,…es decir para los matorrales rastreros de media y alta montaña y para las praderas de altura.

LOS HAYEDOS DE ALTURA:

            El haya, Fagus sylvatica, es una especie típicamente centroeuropea, siendo los hayedos los bosques dominantes de la gran llanura germano-polaca. Son bosques de clima Atlántico acostumbrados a abundantes precipitaciones, buenos suelos de turba y territorios muy llanos y próximos a la costa (en el Mar Báltico las hayas llegan hasta la misma línea del mar).

            Pero a medida que descendemos hacia el sur y llegamos al mundo mediterráneo, las hayas se encuentran con un importante factor limitante para su desarrollo: la sequía estival. Por ello, en la Europa mediterránea, las hayas solo pueden sobrevivir en aquellas montañas en donde se dan unas mayores precipitaciones anuales y las nieblas de relieve, de alguna manera compensan el déficit hídrico al que se ven sometidas durante los meses de sequía estival.

           Cuanto más descendemos hacia el Sur de Europa, a mayor altitud han de ascender los hayedos para tratar de compensar ese déficit de humedad hídrica. Así por ejemplo en la Cordillera Cantábrica los hayedos ascienden hasta los 1.400-1.500 metros de altitud, en la Sierra de Ayllón hasta los 1.900-2.000 metros y en el Monte Olimpo (Grecia), sur de la Península Itálica y Sicilia hasta los 2.300-2.400 metros.

           En la Sierra de Ayllón, los tres hayedos del Macizo de Tejera Negra: cabeceras de los ríos Lillas, Zarzas y Riaza, si bien son bosques del piso supramediterráneo, penetran en sus partes más elevadas dentro del piso del matorral de altura (piso oromediterráneo).




En el extenso hayedo del Lillas hay una franja longitudinal de bosque de altura fácilmente reconocible por sus copas muy achaparradas y por encontrarse las mismas frecuentemente cubiertas de escarcha o de densas nieblas adheridas al cordal montañoso.

                       

El Hayedo del Lillas es la masa más extensa y continua de toda la Sierra de Ayllón y las hayas ascienden por toda la vertiente de umbría de la cabecera del valle; desde el mismo cauce del río hasta prácticamente el cordal de cumbres. A partir de los 1.800 metros de altitud, la masa de hayas del Lillas penetra en el piso del matorral oromediterráneo, tratándose de una franja de hayedo de altura muy extensa y continua. La cota superior de este hayedo se sitúa en los 1.950 metros de altitud, sin lugar a dudas una cota altitudinal de mucho mérito para un bosque caducifolio de carácter atlántico. A partir de esta cota el hayedo entra en transición con el matorral de altura, si bien aún se pueden encontrar hayas solitarias que ascienden hasta los 2.000 metros de altitud.

Los hayedos del Valle del Zarzas y de la cabecera del Río Riaza se encuentran mucho más fragmentados e igualmente algunas de estas masas de hayedo traspasan la cota altitudinal del piso oromediterráneo. En la Loma del Calamorro, El Alto Parrejón, La Peña de la Tiñosa, la cabecera del Barranco del Gato, el Hayedo de La Pedrosa, etc. también podemos encontrarnos con hayedos de altura, pero a diferencia del Hayedo del Lillas, la superficie ocupada por el bosque de altura es bastante menor y aparece fragmentada y dispersa por las cabeceras de diferentes barrancos.




Bosque de “cuento mitológico” a más de 1.900 metros de altitud. Se trata de formaciones densas con árboles muy viejos, de escasa altura, de troncos retorcidos con abundante ramaje y muy cubiertos de líquenes.

 
 
 
 Hemos de advertir que cuando hablamos de hayedos de altura no hacemos referencia a un bosque de hayas diferente ni a otra subespecie de Fagus. Los hayedos de altura son por lo general parte integrante de masas de hayedo más extensas, en donde por efecto de la elevada altitud a la que se localizan, se producen unas condiciones meteorológicas muy adversas que determinan el crecimiento de las hayas, confiriéndole un rasgo definitorio propio a estas formaciones dentro de los propios hayedos.

Por encima de los 1.800 metros de altitud, los fuertes vientos imperantes, las copiosas nevadas, la escasez de suelos, los incendios fruto de la caída de rayos,…condicionan de tal manera el crecimiento de las hayas que nos parece que entramos en un bosque diferente; un bosque de “cuentos de hadas” o el mítico “Bosque de Fangorn” (descrito por Tolkien). Las copas de estas hayas son de aspecto achaparrado y todas ellas están inclinadas en una misma dirección, indicándonos de donde proceden los vientos dominantes.

Pero no todas las adversas condiciones climatológicas imperantes a elevada altitud juegan en su contra. Por ejemplo, pese a permanecer las copas de estas “hayas de altura” cubiertas de escarcha prácticamente durante todo el invierno, el suelo sin embargo se suele encontrar protegido por una buena capa de nieve; no olvidemos que la nieve es como una manta que aísla a las raíces de estos árboles del intenso frío que reina en las cumbres.

 Además las hayas que habitan en las alturas reciben abundantes precipitaciones durante casi todo el año, así como nieblas de relieve que las aportan humedad horizontal incluso en pleno verano. De hecho, las hayas situadas a mayor altitud suelen presentan un mejor estado fitosanitario que sus compañeras situadas en las partes más bajas del bosque, al recibir un mayor aporte de humedad estival (gracias a las nieblas).

Las hayas de estos bosques de altura son árboles viejos, muchas veces centenarios, de poca altura (de 5 a 7 metros) y de porte casi arbustivo. Sus recios troncos son gruesos y retorcidos, abundando en ellos las oquedades. Se encuentran muy cubiertos de líquenes y toda la masa forestal tiene el aspecto de un bosque muy viejo, lleno de madera muerta por el suelo y apenas inalterado por el hombre.


Hayedo prácticamente virgen “colgado” en las alturas. Pese a los duros inviernos que soporta, gracias a su aislamiento su estado de conservación es muy bueno.
                                       

Y así es en parte, ya que los hayedos de altura han sido muy poco alterados por el hombre. El relieve de Tejera Negra es muy abrupto y escarpado y sus cordales se encuentran coronados por afiladas aristas pizarrosas. Los fuertes desniveles existentes y los abruptos crestones que rodean la parte superior de los rodales de hayas, han mantenido a salvo la parte superior de estos hayedos de aquellas prácticas antrópicas seculares como el carboneo, las cortas a matarrasa, las entresacas, etc. que tan duramente han castigado y mermado a los hayedos durante siglos y siglos.


Es muy difícil hablar de bosques vírgenes ya que a buen seguro han conocido el fuego a mano del hombre para la obtención de pastos y no solo una vez, sino repetidas veces. Pero en la actualidad se puede afirmar que en los rincones más apartados de la cabecera del Río Lillas y en los abruptos escarpes del Valle del Zarzas, algunos de los hayedos de altura, no muestran signos recientes de haber sido explotados por el hombre (al menos en los últimos siglos) ya que la difícil orografía del terreno no permitía la construcción de caminos de carretas para la evacuación de la madera, la leña o el carbón vegetal.

El escarpado relieve del Valle del Zarzas ha preservado pequeños reductos de hayedos de altura muy poco alterados por la acción del hombre. En el margen izquierdo de la fotografía y ya fuera de la protección que ofrecen los escarpes rocosos, podemos ver la antítesis reflejada en los indiscriminados aterrazamientos de pinos a 1.900 metros de altitud.
                               
 
 Los hayedos localizados tanto en las montañas mediterráneas (Moncayo, Ayllón, Beceite, Córcega, Grecia, Sicilia,..) como en territorios muy continentales (Ucrania, Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria,…) son bosques adaptados a unas condiciones climatológicas aparentemente nada favorables para el haya (sequía estival en los hayedos mediterráneos y fuertes heladas en los hayedos de clima continental).

La secular explotación antrópica de estos bosques ha comprometido todavía más su supervivencia y sin embargo nos encontramos ante bosques vivos y algunos de ellos incluso atesoran una gran biodiversidad. Los hayedos de altura suponen esa peculiar aportación de los hayedos mediterráneos al universo de los bosques caducifolios y en Ayllón tenemos magníficos ejemplos de hayedos de altura que además apenas han sido modificados por el hombre.